Whatsapp ha sido una aplicación que hoy es de uso masivo. Hay varias similares como Messenger, Hangouts y otras. Me referiré aquí a Whatsapp porque es la plataforma que utilizo. Sin embargo, los cometarios pueden ser aplicados a cualquier otra plataforma similar.
Lo primero que puedo decir es que esta herramienta para comunicarnos es simple, inmediata, versátil y amigable. Obviamente, siempre teniendo una conexión a Internet.
Permite comunicarnos en tiempo real ya sea por chat, llamadas o videollamadas. No importa la distancia entre interlocutores, la comunicación es casi instantánea. Uno puede mantener una cercanía con una amigo o familiares sin importar si se encuentran dentro de nuestra casa o al otro lado del mundo.
¿Cómo es eso de “dentro de nuestra casa”? Sí. He sabido de casos en que en casas grandes o de dos pisos, las personas para llamarse sin tener que gritar, se envían un mensaje. Es práctico. Antiguamente en casas grandes se acostumbraba tener un campanita para requerir asistencia. Hoy las campanitas pasan a ser un objeto de colección y decoración.
Hoy dentro de las ciudades se dispone de poco tiempo para visitas sociales, ora por múltiples actividades ora porque las distancias dentro de la ciudad son grandes. Además, el aumento del tráfico vehicular ha alargado los tiempo de traslado. Entonces aunque la distancia no sea tan grande entre un punto u otro, los tiempos de desplazamiento pueden se extensos dependiendo de los lugares por los cuales se tenga que transitar.
Así Whatsapp ha permitido mantener contacto cercano, aún cuando físicamente las personas no se encuentren. Alguien podría preguntar ¿y el teléfono no es lo mismo? No. Hoy mayoritariamente uno se comunica entre móviles (celulares). Por lo tanto, uno no sabe dónde ni qué está haciendo el receptor, por lo que una llamada telefónica no siempre es prudente o simplemente no se puede contestar. Si uno está en el médico, en una reunión, en un funeral o haciendo deporte, entre otras, contestar un llamado telefónico muchas veces no es posible.
En cambio, en Whatsapp uno puede enviar un pequeño mensaje, preguntar si es posible hablar por teléfono en ese momento y esperar que el receptor cuando tenga la tranquilidad se comunicará con nosotros.
Además, he visto diversos usos que facilitan el quehacer diario como enviar una dirección, algunos datos alfanuméricos como cuentas bancarias para transferencia, links de interés mutuo, fotos, videos y así podría enumerar varios más.
En definitiva, Whatsapp nos ha facilitado las comunicaciones de uso común en un lenguaje breve. Incluso para ahorrar caracteres se pueden usar símbolos que resumen estados de ánimo, lugares, actividades y que también sirven de regalo virtual como cuando uno envía una flor, un trébol de cuatro hojas deseando suerte.
Hasta aquí todo maravilloso. Pero quiero referirme al ámbito de la percepción dentro de esta comunicación. La teoría del lenguaje ha repetido latamente que hay diferencias entre el transmisor y el receptor. Que no siempre lo que dice alguien es comprendido de forma idéntica por el que escucha.
En la comunicación oral podemos ir ajustando estas diferencias por medio comentarios, preguntas y muy importante, el lenguaje corporal. Uno puede diferenciar el significado de una frase desde texto claro a entender que es un sarcasmo.
Pero en el lenguaje escrito, esto no es tan simple. Por eso se pueden generar muchos malos entendidos en el chat de Whatsapp. La percepción del receptor añade a la comunicación su propia carga de significado. Se puede interpretar que alguien que escribe con mayúsculas está gritando. No se piensa en que el que escribió olvidó sus lentes y las mayúsculas le ayudan a ver. También en el plano de las emociones , aunque los emoticones en algo ayudan, no es posible, objetivamente, comprender el estado de ánimo del otro. Uno por lo que conoce de la otra persona puede hacerse una idea de qué le pasa. Pero aun cuando uno a esa persona crea conocerla mucho, también se puede equivocar.
Es aquí donde uno debe empezar a ser cuidadoso en la “forma” de cómo se escribe. Porque después es muy difícil revertir la situación. Por ejemplo, uno puede enviar un corazón a una amiga o amigo, uno entendiendo que uno lo quiere mucho, pero el otro puede entender que hay un interés romántico, lo que podría ser causa de acercamientos o alejamientos injustificados.
Tampoco es recomendable escribir en un estado emocional alterado, porque después el “no era eso lo que quería decir” o “no estaba pensando en lo que escribí” no vale. El daño ya está hecho.
Todos nosotros como seres humanos somos sensibles a las emociones. Independientemente de cómo las enfrentemos, ya sea con indiferencia o reaccionando de inmediato, nos provocan momentos de tensión. Por eso es bueno evitar usar el chat como un desahogo, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Y hablando de indiferencia, me parece a mí muy inconveniente tener la confirmación que alguien ha leído mi mensaje y no ha contestado nada. Me da la impresión de que el otro vio el mensaje y “no está ni ahí”. Puede que el otro esté ocupado y en ese momento no pueda hablar, pero con un simple acuse de recibo o un “después te llamo” el escenario es distinto y se entiende que el receptor estaba ocupado.
Estos pocos ejemplos que he puesto, seguramente muchas personas los han experimentado. Lo importante es usar este medio de comunicación sorprendente para que nos acerquemos de buena manera.
El que yo escriba y sepa que el otro no me pueda contestar mientras lo hago, no justifica que yo escriba, sin cuidado de ofender al otro, lo que se me ocurra.
He sabido de algunos que dicen cosas terribles y después bloquean el chat. Se aseguran de no recibir una respuesta. Es como pegarle a alguien y salir arrancando. Eso yo lo llamo cobardía. Si uno no quiere escuchar lo que el otro tiene que decir, entonces no le diga nada. Aquel quizás tampoco quiere a Ud. escucharlo. Pero no hay que olvidar que nada justifica agredir a otro. Aún cuando el otro no piense igual. Para cambiar el mundo hay que partir por uno.
Con esto no quiero decir que nos convirtamos en personas sin opinión, o que algo no nos moleste y que mantengamos una postura pasiva aguantando injusticias. Pienso que uno tiene el derecho a discrepar, a manifestar molestia, a pedir explicaciones, pero siempre con “respeto”. No olvidar “respeto”. A veces uno exige respeto y sin intensión incluso, uno muchas veces ha faltado el respeto a otro. Por ejemplo, invadiendo su privacidad, con una broma desatinada, con un cometario negativo, etc.
La percepción es algo único e individual que debemos tener presente. Por una parte, al leer un comentario tratar de ser neutros y no ponerle de nuestra propia cosecha, leyendo entre líneas y generando un escenario inexistente. Por otra parte, entender que los otros también tienen su propia percepción, por lo tanto, hay que ser cuidadoso en el uso del lenguaje para evitar malos entendidos.
La comunicación es algo valioso y hay que usarla en forma productiva. Con mayor razón ahora que tenemos tecnologías como Whatsapp que nos permiten estar comunicados permanentemente alrededor del mundo.
Me permito comentar que le tomé la importancia a todo esto un día que yo me encontraba a bordo de un barco en el Nilo, Egipto, mientras chateaba en tiempo real, con mi hermano en Auckand, Nueva Zelanda. En estricto rigor al otro lado del mundo y en hemisferios distintos.
También una vez un amigo me contó lo siguiente:
“¿Sabes? Mi familia siempre ha sido fría no somos de decirnos cosas cariñosas ni abrazos, pero ahora porque me encuentro en otra ciudad, la comunicación a distancia nos ha acercado. Nos decimos que nos queremos, nos enviamos corazones y abrazos y hasta mi papá que nunca decía nada, me ha dicho que me ama. No es que no lo supiera, pero que me lo haya escrito me hace muy feliz”.
Ojalá, que estas herramientas nos sirvan para poder entendernos mejor.
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